Efectos del aislamiento social en la ansiedad
El aislamiento social obligatorio es una de las medidas adoptadas por los gobiernos del mundo para intentar frenar el incremento de personas infectadas en medio de la pandemia vírica del COVID-19. Al momento de escribir esta nota hay al menos 2.76 millones de casos confirmados en el planeta, por lo que la posibilidad de reincorporarnos a la rutina normal es un tanto incierta.
Si bien la medida de hacer que la población permanezca en cuarentena es la única forma posible de detener el ciclo de propagación del virus, el aislamiento también puede tener fuertes repercusiones en la salud mental de las personas, especialmente en quienes que sufren de ansiedad y ahora no son libres de realizar sus actividades con libertad plena y normalidad.
Incluso, quienes sufren de ansiedad social, con un aislamiento forzado también tienen que lidiar con cuotas mayores de estrés, impotencia y angustia al verse obligados a cambiar las rutina diaria y extremar hábitos de higiene o con incertidumbre por no saber cuánto se va a prolongar la situación y cuál será el desenlace de la pandemia y de su vida personal.
Paradójicamente, el efecto inicial de cuarentena es la tranquilidad
Hay una interesante paradoja con respecto al tema del confinamiento. Para las personas que sufren ansiedad o depresión, el inicio de la cuarentena supone un poco de tranquilidad. Esto se debe a la percepción de estar haciendo algo positivo para el control de la pandemia, lo cual genera cierto nivel de satisfacción.
La posibilidad de refugiarnos en un entorno seguro como nuestro hogar, en medio de una situación de caos, tiene un efecto inmediato y positivo sobre las personas que padecen depresión y ansiedad. Sin embargo, cuando las medidas de aislamiento se prolongan se comienza a generar conciencia sobre lo incontrolable de la situación y la tranquilidad inicial desaparece.
En cuarentena las personas pueden desarrollar problemas emocionales, irritabilidad, depresión, síntomas de estrés postraumático, episodios de enojo, confusión y angustia, lo cual afecta con mayor incidencia a personas que ya poseen un padecimiento psicológico previo. Esto, según una revisión reciente realizada por la revista médica The Lancet sobre el impacto de la cuarentena.
Quienes sufren de ansiedad social padecen menos a causa del aislamiento, puesto que no se encuentran expuestas a interacciones sociales. Sin embargo, sufren por otras causas, como la incertidumbre o el riesgo a enfermarse a causa del virus y morir. El desarrollo de compulsiones también es bastante habitual en algunas personas.
En busca de tranquilidad y seguridad, quienes sufren de ansiedad se encontrarán frecuentemente escuchando los noticieros, investigando, hablando y compartiendo opiniones relacionadas con el virus, los síntomas, su evolución como pandemia, etcétera. Todo esto puede reforzar su severidad, aumentar el miedo y generar comportamientos obsesivos.
Incluso, quienes sufren de ansiedad y ahora se encuentran en la obligación de permanecer encerrados y bombardeados de información, percibirán como insuficientes las medidas de resguardo y los protocolos de atención desarrollados por el gobierno y las autoridades sanitarias de su país. Las compulsiones serán interminables y el aumento de la ansiedad será exponencial.
Los casos más extremos de estrés y ansiedad durante la cuarentena pueden generar bajas en las defensas que deriven en cuadros de gripe, fiebre y la somatización de síntomas de COVID-19, además de problemas digestivos. Sin embargo, todo dependerá del nivel de tolerancia y resiliencia de las personas y el tipo de personalidad que posea.